Causas de la Depresión: ¿Por qué nos deprimimos? – EP7

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Causas de la Depresión: ¿Por qué nos deprimimos? - EP7
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Episodio 7 del podcast Psiconsejos vendo, en el apartado de psicología, y titulado ¿Por qué nos deprimimos?

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En el episodio de hoy, hablaremos sobre por qué nos deprimimos, uno de los trastornos del ánimo que más repercuten en la salud mental de la sociedad. Habrá una segunda parte en la que abordaremos los tratamientos existentes para la depresión.

En este episodio nos centraremos en explorar las causas que están detrás del desarrollo y mantenimiento de un estado depresivo. Os adelanto que es un tema más complejo de lo que parece. Vamos allá.

La depresión en las terapias contextuales

Desde los modelos contextuales, la depresión no se define como “algo que la persona tiene”, sino más bien como “una situación en la que la persona está”. En concreto, una situación en la que la persona recibe pocas gratificaciones. O en la que las gratificaciones recibidas han dejado de tener el efecto reforzante que albergaban antes.

Así, las causas de un estado depresivo no habría que buscarlas tanto en el “interior” de las personas (pensamientos negativos o desequilibrios en neurotransmisores), sino en el contexto en el que se encuentra.

¿Cómo sabemos que una persona se encuentra deprimida?

¿Existe algún marcador biológico que así nos lo indique?

biomarcador depresión

No, no existe ningún marcador fisiológico que confirme que una persona está en un estado depresivo.

¿A qué me refiero con marcador biológico? A una característica que puede ser objetivamente medida: por ejemplo, la temperatura corporal, el hierro en la sangre, la tensión arterial, los niveles de serotonina en cierta parte del cerebro, etc.

Se han estudiado varios biomarcadores relacionados con la depresión: niveles de serotonina, dopamina o cortisol. Pero a día de hoy no existe ningún biomarcador que nos permita conocer si una persona está deprimida o no.

Lo que sí sabemos es que cuando una persona está deprimida, suceden cambios en su cerebro.

Pero la pregunta sería: ¿Esos cambios son la causa de la depresión, o son la consecuencia? ¿Se han producido antes y han propiciado la aparición de la depresión? ¿O han sucedido después debido al contexto depresivo en el que la persona está?

Volveremos a esto más adelante.

Correlación y causalidad

Antes de seguir, creo que es necesario explicar 2 conceptos: Correlación y causalidad.

La correlación mide la asociación entre 2 variables. En qué grado las variables varían de forma conjunta, a la vez.

Muchas veces, cuando vemos que dos cosas varían a la vez, pensamos que una es la causa de la otra. Pero la correlación no nos dice nada sobre la causa. Solo nos indica que varían a la vez. Podría ser que:

  • A fuera la causa de B. Es decir, que cambios en A producen como efecto cambios en B.
  • O que B fuera la causa de A.
  • Pero también puede suceder que otra Variable C fuera la causa de A y/o B.
correlacion causalidad

Ejemplo: estatura y peso

Estatura peso

¿Existe relación entre estas variables? Para saberlo podemos elegir a una persona y medirla y pesarla cada día. Desde que nace hasta que muere. Y veríamos que sí, que a medida que crece, también tiende a aumentar de peso. Y viceversa, cuando aumenta de peso, igualmente tiende a crecer en altura.

Pero esto sucede solo en los primeros años de vida. Ya que cuando alcanzamos nuestra altura máxima, podemos seguir teniendo cambios en el peso. Pero estos ya no correlacionarían con la altura.

Hay muchos ejemplos curiosos sobre correlaciones casi perfectas en las que está claro que ninguna variable es la causa de la otra.

Por ejemplo, el número de escuchas de una canción navideña correlaciona con los casos de gripe. “El consumo de margarina por los ciudadanos de Estados Unidos se relaciona con la tasa de divorcios en el estado de Maine.

Así, que dos variables tengan relación no nos dice nada sobre las causas.

¿Entonces cómo podemos saber si una persona está deprimida?

Pues muy fácil, basándonos en el comportamiento de la persona. Observando lo qué hace o deja de hacer. Con qué frecuencia, con qué intensidad y con qué duración.

Así, una persona en estado depresivo realiza en exceso, lo que se conoce como conductas depresivas. Por ejemplo: llorar, quedarse en casa, mostrar facies triste (cara triste, cabeza baja), tener pensamientos de fracaso, manifestar cansancio, apatía. Siendo clave también cómo le está afectando a su funcionamiento diario.

Entre los síntomas más característicos destacaría la anhedonia (dificultad para disfrutar de actividades que previamente le proporcionaban placer) y la baja energía.

¿Y cómo sabemos que ha dejado de estar deprimida?

Pues igual que antes. No utilizamos ningún biomarcador ni imágenes cerebrales. Sabemos que ya no está deprimida porque ha reducido las conductas antes comentadas y ha recuperado su funcionamiento en distintas áreas vitales.

¿La depresión tiene causas genéticas?

Sí, se ha probado la influencia de la herencia genética en estudios con personas gemelas. Aunque no se sabe por medio de qué vías influye.

Eso sí, muchas veces confundimos origen genético con predeterminación. ¿Significa que si tu madre ha estado deprimida, tú también vas a estarlo? No, tendrás una mayor predisposición, una mayor vulnerabilidad biológica, pero no estás predeterminada.

Y si tus progenitores no han sufrido depresión, ello tampoco te garantiza que no llegarás a desarrollarla algún día, si te mantienes en un contexto muy adverso.

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Las causas de la depresión: Modelo multicausal para la depresión

Como vemos, la depresión es un trastorno complejo y multicausal. Con multicausal me refiero a que se puede llegar a desarrollar una depresión por distintas vías o causas. Algunas con más peso que otras, y con diferencias entre cada caso particular. Y como vimos en el episodio anterior, la biología y los aprendizajes que ha tenido una persona interactúan entre sí.

por qué nos deprimimos

A la hora de explicar estas interacciones en el caso de la depresión, me parece interesante el Modelo biográfico y transaccional de Ernesto López y Miguel Acosta.

Es biográfico en el sentido que tiene en cuenta la historia de aprendizaje, las experiencias de vida de la persona.

Es transaccional en la medida en que tiene en cuenta el contexto en el que la persona se encuentra. Así como la interacción entre esa historia del aprendizaje y el contexto actual a la hora de entender cómo se desarrollan los problemas psicológicos.

Entre los elementos que tienen en cuenta se encuentran: En la parte del contexto y como antecedentes: los acontecimientos adversos y las fuentes de gratificación (lo que da vitalidad).

En lo referente a la persona: cómo percibe, qué siente, qué piensa, qué cambios fisiológicos tiene y qué hace finalmente (cómo actúa) en ese contexto de sensaciones/pensamientos.

Y volviendo al contexto externo, qué consecuencias tiene lo que la persona hace.

Vamos a ir una por una, viendo cómo se interrelacionan.

Acontecimientos adversos

Acontecimientos adversos que suelen suceder antes de desarrollar una depresión: pérdidas significativas (muertes de seres queridos, separaciones, perder el trabajo), enfermedades, maltrato, abuso, fuentes de estrés crónico sobre las que no se tiene control.

Puede ser un acontecimiento puntual (ruptura sentimental, problemas económicos) o crónico (dolor, mobbing, acumulación de pequeños estresores).

Que suceda una situación dolorosa no implica que desarrolles una depresión. El duelo ante una pérdida es completamente normal. Y muchas personas viven situaciones complicadas y no acaban deprimidas.

Fuentes de gratificación

Puede suceder que las fuentes de gratificación sean escasas dentro del contexto en el que está (recibe muchos castigos y pocos refuerzos, por ejemplo relación de maltrato o cárcel).

Puede suceder asimismo que esas fuentes de gratificación sean de difícil acceso para la persona. Por ejemplo, por falta de habilidades o porque no conecta con ellas: rumia, ansiedad, no está en el presente. Esto último tiene que ver con el comportamiento de la persona y se puede modificar.

Vamos ahora a la parte de persona, que tiene que ver con su biografía vital.

¿Cómo percibimos esos antecedentes?

Por nuestra historia de vida, hemos podido aprender a prestar más atención a los sucesos negativos que a los positivos. A focalizarnos más en los errores que en los aciertos. O a atribuirnos los fracasos y creer que nuestros éxitos se deben a causas externas a nosotras, como la suerte. Aquí también se pueden realizar otro tipo de aprendizajes.

¿Cómo nos sentimos?

La consecuencia afectiva típica tras un acontecimiento adverso puede ser: Tristeza, ansiedad, culpa, desesperanza, pérdida de interés y capacidad de disfrute, irritabilidad.

Estas emociones influyen en cómo actuamos (qué hacemos o dejamos de hacer). Pero como vimos en el episodio 5 sobre aceptación, no controlan nuestros actos. Puesto que es posible hacer algo sin ganas. Lo que sí es cierto es que cuanto más intensas son esas emociones, más tendemos a actuar basándonos en ellas.

Otro aspecto es que las emociones no se mantienen indefinidamente. Tienen un inicio y un final. Si se mantienen en el tiempo tiene que ver también con lo que hacemos o dejamos de hacer.

Por ejemplo: evitamos cosas que nos aportarían gratificaciones y mejorarían nuestro estado de ánimo. Aquí vemos que la influencia entre sentir y hacer es mutua. Pero tenemos más capacidad para alterar lo que hacemos que para modificar lo que sentimos.

Las emociones también influyen en los pensamientos que tenemos. Se ha demostrado que cuando tristes, se hacen más accesibles los recuerdos que coinciden con ese estado de ánimo.

Pero igual que anteriormente, el estado de ánimo tampoco sería la causa de la depresión: podemos ir a una fiesta aunque estemos tristes, porque seguimos teniendo el control de pies, manos y voz. Me refiero a que no es necesario dejar de tener un estado de ánimo bajo para poder activarte.

Emociones depresión

Aprende «Cómo hacer espacio a emociones difíciles«.

¿Qué pensamientos tenemos?

El trío de pensamientos automáticos típicos de la depresión que proponía Aaron Beck:

  1. Visión negativa sobre una misma.
  2. Visión negativa sobre el futuro.
  3. Visión negativa sobre el mundo en general.

Y también ideas de suicidio y muerte.

Pensamientos depresivos

Los pensamientos negativos también influyen en nuestro estado de ánimo cuando nos fusionamos con ellos (cuando nos los tomamos al pie de la letra).

Un caso típico suele ser la rumia sobre el pasado, donde la persona está dándole vueltas a pensamientos dolorosos tratando de pensar qué podía haber hecho diferente.

En ese estado de fusión, ensimismada y desconectada del mundo, es difícil disfrutar las gratificaciones que el contexto puede estar brindándote.

Igual que con el estado de ánimo, podemos aprender una forma más sana de relacionarnos con estos pensamientos, de forma que no influyan tanto en lo que hacemos (lo veremos en el siguiente episodio).

Los pensamientos tampoco son la causa de la depresión, en el sentido de que podemos seguir teniendo pensamientos automáticos negativos, y ser capaces de no luchar contra ellos y hacer algo valioso con nuestra vida.

Aprende «Cómo tomar distancia de los pensamientos problemáticos«.

Cambios fisiológicos

Alteraciones neuroendocrinas que afectan al sueño, al apetito, a la falta de energía. Suelen aparecer según la depresión va desarrollándose.

Son más bien una consecuencia del estado depresivo, pero cuando aparecen afectan al estado de ánimo (si se duerme poco), o influyen en la evitación de actividades por la poca energía.

También aparecen cambios cerebrales que dificultan nuestra capacidad para concentrarnos y tomar decisiones.

¿Qué hacemos, cómo actuamos?

Y por último, pero muy importante, qué hace la persona: Aquí suelen aparecer acciones como aislarse socialmente, evitar actividades, inactividad, quejarse, etc.

Es relevante señalar que la persona no actúa en un vacío. Lo hace en relación con lo que siente y piensa y sus experiencias de vida. Y como veremos en la segunda parte de este episodio, aquí es donde ponen el foco las terapias contextuales.

¿Qué consecuencias tienen esas acciones?

Algunas son contraproducentes, ya que reducen las posibles consecuencias gratificantes que podría recibir la persona (al evitar hacer actividades potencialmente agradables o al evitar estar con gente). Esto puede suponer un deterioro de las relaciones sociales con el consiguiente impacto negativo a medio plazo.

¿Y por qué haría alguien algo tan contraproducente?

Porque actúan fusionadas con emociones y pensamientos. Y al evitar ciertas situaciones obtienen un alivio temporal. O al estar dándole vueltas a un pensamiento sienten que están ocupándose del problema.

En el primer caso, es fácil que tras ese alivio aparezcan otras emociones como la culpa o pensamientos sobre su poca valía, y ello incide en su bajo estado de ánimo. En el segundo caso, el estar tanto tiempo rumiando le mantiene a la larga en contacto con emociones dolorosas.

Por otra parte, también es posible que tengan algunas ganancias como recibir más atención social debido a sus quejas. O conseguir librarse de alguna tarea o responsabilidad que les genera ansiedad.

aislarse depresión

¿Significa eso que la persona sigue deprimida por interés?

No, ni mucho menos. Ninguna persona elige mantenerse deprimida, teniendo en cuenta el sufrimiento tan grande que conlleva. Pero, a veces, según el caso, puede ayudar que las personas de alrededor dejen de prestar tanta atención a las quejas de la deprimida.

Cómo vemos, lo que la persona hace tiene bastante que ver con que la depresión se desarrolle y se mantenga en el tiempo. Pero no todo depende de la persona.

Conviene recordar que viviendo en un contexto muy adverso durante suficiente tiempo, todo el mundo acabaría en un estado depresivo.

Relación entre ansiedad y depresión

Para terminar me gustaría explorar muy brevemente la relación entre ansiedad y depresión. Debido a que en muchas ocasiones se dan ambos trastornos a la vez. Lo cual puede parecer paradójico, ya que a nivel de actividad podríamos pensar que están en extremos opuestos: Con ansiedad no puedes parar quieto y con depresión estás pasiva e inactiva.

ansiedad depresión

Entre los síntomas de la depresión aparecen algunos extremos: Hay personas que tienen un enlentecimiento al hablar y moverse. Mientras que otras tienen inquietud y agitación motora. T

ambién hay otras que pierden el apetito, mientras que otras comen más. Y lo mismo sucede con el sueño.

Existen estudios que indican que la ansiedad suele aparecer antes que la depresión. Cuando se mantiene un estado ansioso durante mucho tiempo, la persona comienza a desgastarse físicamente debido al cortisol. Y como no consigue solucionar los problemas por más que se esfuerce, es posible desarrollar una “indefensión aprendida”: Haga lo que haga da igual, no tengo ningún control sobre los resultados. Casi mejor, no hacer nada… lo cual se va pareciendo más a un contexto depresivo.

Una hipótesis es que síntomas como la agitación motora, el aumento de apetito y el insomnio indicarían una mayor presencia de ansiedad cronificada.

También es posible que los síntomas extremos se deban a distintas fases de la depresión o a que se ha desarrollado por distintas vías.

Todavía nos quedan muchas cosas por descubrir.

No te pierdas la segunda parte del episodio, titulada «Cómo salir de una depresión«.

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